Noticias 16 enero 2020

Liderazgos femeninos y masculinos: la virtud está en el término medio

Por Consuelo Castilla, socia y presidenta de AdQualis.

En los últimos años, las cuestiones de género han cobrado una gran relevancia en el debate social. Entre las mismas, la de la igualdad entre hombres y mujeres en el trabajo es una de las que ha acaparado una mayor atención, sobre la que más se ha escrito, y sobre la que, en mayor o menor medida, todos tenemos una opinión formada, a menudo basada en experiencias de primera mano.

Eso ha obligado a administraciones y empresas a dar respuesta a una mayor demanda en cuestiones de igualdad en el entorno laboral, y podríamos afirmar que ya se han iniciados algunos pequeños avances tanto desde el lado de la regulación, como dentro de la iniciativa privada.

Sin embargo, existe todavía una asignatura pendiente en los órganos de decisión de las empresas españolas: que los comités de dirección y consejos de administración reflejen la diversidad que observamos a pie de calle o que caracteriza al resto de sus organigramas.

Si bien la falta de perfiles femeninos en esos órganos no es solo imputable a las empresas, sino que proviene de condicionantes sociales, como sociedad no podemos resignarnos y necesitamos buscar nuevas vías para equilibrar la presencia de hombres y mujeres en consejos y comités.

Una forma de lograrlo consiste en probar que ese equilibrio no solo da pie a órganos más parecidos a las sociedades o a los mercados a los que, en definitiva, dan servicio, sino que mejora su capacitación y los vuelve más efectivos en su función de dirección o supervisión y, en definitiva, logrará mejores resultados.

Las competencias femeninas aportan capacidades interpersonales y rasgos de liderazgo diferentes y complementarios a los de los líderes masculinos, siendo innatos o por itinerarios de carrera muy diferentes que condicionan su forma de concebir o realizar su trabajo.

Por ejemplo, en cuanto a competencias, las mujeres acostumbran a crear mejores ambientes de trabajo porque son más emocionales y tienen más capacidad de empatía: hablan de forma más abierta y franca con quienes les rodean, tienen una mayor capacidad de ponerse en el lugar del otro, y eso genera confianza y buen ambiente. Esa capacidad de escucha las capacita para trabajar mejor en equipo, en contraste con los hombres, que acostumbran a tener un perfil más individualista.

En contraste, esta menor emocionalidad de los hombres, que les dificulta para establecer relaciones sociales amplias en el trabajo, también deriva en una mayor imparcialidad y objetividad que, de nuevo, resulta necesaria en muchos momentos en las empresas.

Más allá de esta gestión emocional, las mujeres suelen tomar decisiones más moderadas o prudentes algo que puede resultar muy útil en órganos de decisión para poder equilibrar una mayor inclinación al riesgo, típicamente masculina.

Todos estos rasgos, no son mejores o peores por sí mismos, sino que, combinados con los del otro género, dan pie a un punto medio que puede ser muy valioso en comités de dirección y consejos de administración por los que, al final, pasan las decisiones más críticas en la vida de cualquier organización como embarcarse en nuevos sectores de actividad, dirigirse a nuevos mercados, dejar atrás unidades productivas enteras o llevar a cabo un relevo generacional, por citar solo algunos ejemplos.

Sin embargo, las empresas no pueden pretender que ese equilibrio entre liderazgos femeninos y masculinos se produzca si las mujeres están infrarrepresentadas en esos órganos… Una única mujer no puede revolucionar la dinámica de todo un consejo o de un comité, aunque pueda sentar algún tipo de precedente.

Por último, es importante apuntar que, a medida que la igualdad de género pase de ser una asignatura pendiente a algo natural y asumido por todas las organizaciones, la división entre liderazgos femeninos y masculinos se diluirá. En tanto que hombres y mujeres desarrollen sus carreras con igualdad de condiciones y sin techos de cristal, habremos logrado como sociedad, superar por fin el debate de género para conducirnos a la simple y pura búsqueda de talento.

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